He aquí nuestra música, nuestro compendio de vísceras y códigos, nuestro tratado de pasiones y crímenes imperfectos con el apuntador ausente.
En la danza del cortejo de los cisnes y en la insonoridad de la jirafa, en las fauces del tigre y en el aleteo incansable del colibrí, en el cebo del cocodrilo y en el suicidio amoroso del pez pescador, en la existencia abisal y en la que sobrevuela. La belleza, la vida, en su máxima expresión no entienden de dualidades excluyentes. La sofisticación biológica del animal cultural nos cerró la válvula de los sentidos. Perdimos el amor como instinto. Transformamos la costumbre del cuchillo en un objeto de odio arrojadizo y solo nos quedó la destrucción.
- Poemas, prosa poética y aforismos.
- 164 páginas
- Marcapáginas
«El ser humano tiene el pulmón izquierdo algo más pequeño que el derecho para poder alojar el corazón en ese lado. Parece que hasta la naturaleza entiende que de nada sirve respirar, si no sentimos».
Y ¿qué es amar, sino la mejor arma posible para sobrevivir como especie, para celebrar la vida, para triunfar sobre la muerte? ¿Qué es amar sino esa lucha, esa pelea?
Siguiendo el hilo de de su anterior obra, Dispájaro (Copelia Ediciones), el nuevo poemario de Rubén Tejerina articula bajo tres formas de expresión poética ( poemas, prosa poética y aforismos) una epopeya (pos)moderna sobre el desamor. Una gramática del amor tan personal como única. Amar como el verbo más polisémico y performativo del diccionario.
«Amar es combatir, por eso el corazón tiene la forma de un puño cerrado».